Sin embargo, una de las situaciones más curiosas donde hace patente esa cualidad suya por no apreciar los detalles es, casualmente, cuando me afeito. Por mi vaguería y mi metabolismo, suelo afeitarme cada 4 días aproximadamente. La víspera de este "evento", o cuando lo prolongo más de lo higiénicamente aceptable, Mariam se muestra algo molesta cuando... pone en contacto su cara con la mía. Y así me lo hace saber cada vez que esto sucede. En cambio, la que supuestamente debería tener más interés en que me afeitase más a menudo tarda mucho más de lo esperado en darse cuenta de que ya lo he hecho.
El otro día en clase de japonés, mientras Kimi-sensei se desesperaba por intentar sacarle una frase con sentido a Juan Carlos -el graciosete de la clase-, estábamos Mariam, Miguel Ángel (a quien yo apodo "el Corbatas") y yo pasando de la profesora y hablando de ni-me-acuerdo-qué. El caso es que la conversación derivó en la capacidad de observación de la gente y, entonces, Mariam suelta su típico "Yo es que no soy nada observadora". En eso que voy yo y lo corroboro, a la vez que, con mis manos, le tapo a ella los ojos mientras le digo al "Corbatas": "Ahora verás. ¿Me he afeitado hoy?". Eran alrededor de las 4 de la tarde y el día anterior ella me había "recordado" que yo necesitaba un afeitado. Ella se quedó parada. Tras un intento fallido de usar su mano para averiguarlo, decidió aventurarse a responder. Al fin y al cabo, la probabilidad era del 50%. "No."
Por supuesto, falló.
Desde entonces, de vez en cuando me sorprende al pasarme la mano por la cara mientras me dice "Te has afeitado" o "No te has afeitado".