martes, noviembre 29, 2005

La dimensión desconocida

Pues estábamos en casa de Rosabel (amiga de Máriam) celebrando... algo. Ahora no recuerdo por qué, pero nos juntamos allí para cenar varias amigas de Máriam (Rosabel, Marisa, Mimí, Amparo -Albalate-), Salva, Josep -el nuevo "amigo" de Rosabel- y yo. Les preparé la cena (XD) mientras ellos preparaban el bebercio y Rosabel se las ingeniaba para cambiar una bombilla bajo la atenta mirada de todos a la línea que separaba sus piernas de la microfalda que llevaba.

Es la tercera vez que coincido con un vaso en la mano con Mimí, pero para futuras ocasiones debo acordarme de vigilar para que no me lo rellene con la primera botella que pille cada vez que el contenido de mi vaso no logre rebasar el ecuador imaginario. Y así con todos y todas -menos con Salva, por motivos de salud. El resultado de tan generosa atención por parte de Mimí y de los respectivos repostajes a lo largo de la cena y posterior sobremesa fue... bastante etílico, por así decirlo.

El caso es que arramblamos con toda la cerveza, la sangría y el vodka.

Notas graciosas hubo muchas esa noche, como el momento en que Máriam se puso la falda de Rosabel (que si para la dueña era "micro", para Máriam era como un cinturón ancho) y Amparo se puso la falda de Máriam (no me fijé entonces, pero imagino que la arrastraría). Pero ése no es el tema de esta entrada, y ya me estoy yendo por las ramas. Lo realmente impactante fue cuando Máriam encontró el llavero que alguien había dejado en el mueble del comedor. Había una llave de lo más curiosa, que, para que nos entendamos, era como la intersección de dos planos perpendiculares y tenía cuatro aristas. Máriam, que por aquel momento ya estaba en la fase de "quiero a todo el mundo" y "tengo que besaros a todos", la coge y dice: "¡Anda, qué llave más chula! ¡Tiene cuatro dimensiones!". Creo que entonces éramos sólo Josep y yo los únicos que le prestábamos atención a ella; nos miramos extrañados y decimos: "¡Pero cómo va a tener cuatro dimensiones! ¿Qué hace, viaja en el tiempo?". A lo que Máriam responde: "¡Que sí, que sí! ¡Que tiene cuatro dimensiones! Mirad, como en Antenas: la X, la Y, la Z... ¡¿Veis?! ¡Cuatro!". El ataque de risa que le entró a Josep era digno de ver. Contrastaba bastante con la imagen de chico bueno y modosito que me causó cuando lo vi entrar por la puerta varias horas antes.

Igual es cierto que para aprobar Antenas hace falta tener base de Teoría de la Relatividad. O haber visto muchos episodios de "The Twilight Zone".
Y este viernes quieren volver a juntarse para celebrar un cumpleaños o algo. Y seguro que pretenden implicarme de nuevo. ¡Qué miedo!



PS: La cena la preparamos entre Amparo, Salva y yo.

domingo, noviembre 20, 2005

Dislexia inducida

Desde que acontecieron los hechos que a continuación relato han pasado ya varias semanas, concretamente siete; sin embargo, voy a incluirlo en este blog principalmente por dos razones: porque es lo suficientemente gracioso como para que valga la pena contarlo y porque prometí que lo haría cuando todavía no habían pasado ni dos semanas.

Era el primer fin de semana de octubre y estábamos en Altea. Nos juntamos aquella mañana de domingo toda mi familia más directa -con la excepción de mi hermana menor, Tania, y su novio, Pascual- e íbamos paseando por el Paseo Marítimo (valga la redundancia). En total, seis personas: mis padres, mi hermana Belma, Alfonso -novio de Belma y dentro de pocos meses padre de su hijo-, Máriam y yo. Volvíamos a casa después de tomar un café en una cafetería de por allí.

En eso que pasamos junto a una tienda de ropa y yo me fijo en un cartel que había puesto en su escaparate, en el que ponía: "Se necesita dependienta para Benidorm". Por hacer la coña, le doy con el codo a Máriam y le digo mientras señalo el cartel: "Se NESECITA dependienta para Benidorm". Máriam se empieza a reír de forma exagerada para la poca gracia que tenía el chiste que acababa de hacer, lo cual me sorprendió bastante. Entonces se gira hacia el resto de mi familia, que venía un par de pasos por detrás de nosotros, y les dice: "¡Eh, mirad, mirad! Se NESECITA dependienta para Benidorm". De la forma que lo leyó creí entender que había una pequeña contradicción en su cabeza que no acababa de resolver. Se quedan todos parados, mirando con extrañeza el cartel, y dice mi hermana: "No... Pone 'SE NECESITA'." Y Máriam le responde: "No. SE NESECI-... ¡Pues es verdad!".

Las risas duraron un buen rato. Lo curioso es que lo que en principio era una especie de chiste bastante malo se convirtió de pronto en un motivo de cachondeo general. Y Máriam cree que lo había hecho para tomarle el pelo. Si al menos hubieran escrito el cartel en inglés...